El miércoles santo  pasado  me fui a Elkar y compré el libro “Palabra de Iñaki”, con la idea de leerlo estos días de descanso, impuesto por razones sacras, de tradición milenaria, como es la Semana Santa, que ya no es lo que era, pues queda reducida a una diáspora por tierra mar y aire de ciudadanos que huyen de sus rutinas y hastíos cotidianos.

Empecé a leerlo el jueves santo, después de comer, y el viernes ya lo había terminado.

Había leído y oído comentarios al respecto; todos coincidentes en que era “un libro muy original” en su concepción, y que destilaba un gran sentido del humor. Realmente no sabía nada de su contenido, e incluso llegué a pensar que igual se trataba de un pugilato txirene entre dos periodistas; o mejor dicho entre un profesional de la política y un politólogo, hablando de cómo está el patio sociopolítico.

Pues nada de eso, salvo el exquisito fair play entre los dos interlocutores, cuya buena educación y modales queda patente en cada una de sus interpelaciones.

Me he encontrado con un libro, que atrapa desde el prólogo, en el que ambos autores, repasan toda la cronología política que les (y nos) ha tocado vivir, con un rigor y un análisis crítico encomiable. Dos magníficas plumas con orígenes y contextos ideológicos diferentes, que, sin embargo, expresan más puntos en común que divergencias insalvables.

Dos versos libres, sin corsés que, con toda legitimidad y profundo conocimiento de lo que han vivido, han contribuido como testigos/protagonistas a la intrahistoria y a la historia de España y de Euskadi de parte del siglo XX y del XXI.

No les duelen prendas a ninguno de los dos tocayos, incluso cuando se meten mutuamente el dedo en el ojo.

Tampoco tienen pelos en la lengua a la hora de autocriticarse y se desnudan ante el lector sin previo estriptis.

Salpican sus interlocuciones con acertadas citas de autores, resultando muy amena la lectura.

Y una gran lección: respeto, devoción y reconocimiento por las personas que han contribuido, desde el complicado engranaje político, a construir este pequeño gran país que es Euskadi.

Les han quedado muchos temas en el tintero a estos dos vascos que, aunque nacidos en Cumaná y en Cádiz, son ciudadanos de un mundo en la que nada les es ajeno.

Un libro que debería recomendarse en los institutos, para evitar el adanismo y la ignorancia de nuestros hijos.

Ricardo Franco Vicario